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56 Pág. Abuela Xanino Los cuentos de la Abuela Xanino

Pronto Milagritos se hizo amiga de la señorita Priscilla y como la consideraba muy elegante y sabia, comenzó a imitarla en todo lo que veía. Como vio que la conejita Priscilla no se quitaba el sombrero ni para dormir, pues ella se lo ponía desde que se despertaba hasta que se acostaba por la noche y esto a Tadeo lo traía frito porque se dio cuenta de que casi comenzaba a olvidarse de cómo era la cara de Milagritos.

Otra cosa que imitó fue tomar el té de las cinco. Bueno... Unos días iba ella a la casita del ciruelo donde vivía la profesora y otras, la invitaba Milagritos a que fuera a su casa pero como llegó un momento en que las dos se aburrían como momias porque apenas se entendían, decidieron invitar a todas las señoras del Jardín y cada jueves en casa de una o de otra, había una reunión a las cinco de la tarde para tomar el té. Poco a poco, todas las señoras fueron cambiando el café por el té y aunque a muchas no les gustaba, era igual, se lo tragaban con una sonrisa y cuando llegaban a casa se lavaban los dientes y la lengua para que se les quitara el sabor.

Milagritos se propuso aprender inglés y enseñar español a la señorita Priscilla y no es que consiguiera mucho pero, algo, hizo. Ella acabó chapurreando un jauduyudu que nadie sabía que quería decir y a la señorita Priscilla a la que Milagritos se empeñó en enseñarle a decir: “quiero un pincho de tortilla”, todavía se le entendía menos porque lo que todos comprendían cuando lo decía, era algo así como... ”pelopinchoretortija...” y claro, aquello era la risa. Total que acabaron hablándose por señas y así fue la única manera de conseguir algo.

Y entonces fue cuando formaron el "Club anglo-español de las defensoras del té". Pidieron permiso para poner cada domingo por la mañana, un tenderete en la puerta del Ayuntamiento para vender tarritos con té que se encargaban de decorar las señoras del Club, y el Caracol Tadeo que porque le dejaran tranquilo era capaz de aceptar cualquier cosa, se lo concedió. Y así fue la forma en que Milagritos, naturalmente, se hizo con la Presidencia del Club. Claro que la Vicepresidenta era la señorita Priscilla y como querían darle mucha fuerza a la Asociación, uno de los primeros puntos del Estatuto era que los miembros debían llevar sombrero todos los días.

Bueno... La verdad es que quien más salió ganando con la llegada al Jardín de Milagritos de la profesora inglesa fue el Topillo Pytimy que se puso las botas (como se dice), vendiendo sombreros.....

¡Ufff! ¡Cómo cansa explicar cuentos...! ¡Hasta la próxima amiguitos...! Me voy a comprar una moto Harley Davidson para ir más deprisa porque me falta tiempo para todo… ¡Adioooooos!